El segundo al mando del PSUV no es tomado en serio en su partido
No es común que escriba sobre personajes fútiles y grotescos que no tienen relevancia para el país dentro del régimen de Nicolás Maduro, pero la situación me llama a dejar ciertos puntos claros acerca del “señor” Diosdado Cabello, que si bien es diputado, parece que quiere ser presidente, ministro, jefe de inteligencia y hasta dueño de Venezuela. En su desquiciado plan por desaparecer a la Oposición venezolana, Diosdado Cabello ha estado buscando el asentimiento de Maduro y el resto de la cúpula militar para “aplastar” a los demócratas que estamos en busca de un cambio de régimen por las vías constitucionales y pacíficas.
Diosdado Cabello es uno de los hombres más despreciados y rechazados por los venezolanos; su carácter autoritario y arrogante lo han llevado al fango de la pena y vergüenza; ya nadie le teme a sus discursos iracundos y a sus pataleos de hombre malcriado y maleducado que intenta inocular terror pero realmente demuestra temor. Cualquiera que desde el exterior ve a Cabello lo califica como un radical, que sin duda lo es, pero es un tipo radical muy diferente a cualquier guerrillero o miliciano que ande por el mundo, este señor es un cobarde y lo demostró los días de abril del 2002 cuando, en el supuesto golpe de Estado contra Chávez, se escondió y no apareció hasta el día 13. Pero es que Diosdado es el perfecto modelo de un guachamarón (hombre que aparenta mucho valor o coraje pero que demuestra no tenerlo ante una situación difícil).