sábado, 25 de enero de 2020

La mujer de la escotilla




La gira iniciada hace una semana por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ha levantado polvo en España, país que históricamente ha llevado las relaciones en América Latina en el seno de la Unión Europea, pero desde que Pedro Sánchez asumió el control del gobierno, la política exterior-ni hablar de la doméstica- se ha dispersado en retórica, confusión, inercia y mediocridad. Y si de mediocridad se trata, el señor Sánchez parece no importarle, porque defender a su ministro de Transporte, José Luis Ábalos, por recibir en lo que bien podría ser descrita como una aventura carnavalesca a la criminal de Delcy Rodríguez, es un acto de contradicciones que lo dejan muy mal parado ante los españoles y sus socios europeos que ven en él a un ambicioso que tiene el brazo doblado ante el señor de la melena y sus camaradas de ERC y Bildu.

La cascada de versiones de Ábalos dio pie a una serie de narrativas detectivescas de la prensa española. Los periódicos más progres intentan sacar al ministro de la cloaca mientras que los más conservadores y liberales lo colocan desnudo en pleno balcón, como para que los ciudadanos que caminen frente a él le lancen tomates por su indecencia al conversar “unos minutos” con una representante de la dictadura de Maduro.

El caso de la mujer de la escotilla nada tiene que ver con una novela, más bien, la podemos enmarcar en una tragicomedia. Delcy Rodríguez está sancionada por la Unión Europea ante los abominables crímenes que el chavismo comete diariamente en Venezuela, pero especialmente, por los manifestantes asesinados, torturados, vejados y condenados en las protestas multitudinarias de 2017. Su ingreso a suelo europeo está expresamente prohibido y, además, tiene otras causas abiertas en territorio español, así las cosas, Rodríguez decidió acompañar desde Caracas hasta Madrid al representante de turismo de la dictadura, Félix Plasencia y confeso amigo de Ábalos, en el vuelo TC AKE de la compañía Sky Valet. Comentan los medios españoles que, ante la muy merecida imposibilidad de bajar el avión, Rodríguez se quedó sentada, supongo que con algún traje fosforescente de Tendam, de esos que prefiere en su opulencia revolucionaria, esperando que Plasencia bajara mientras Ábalos lo recibía. El flamante ministro en medio de sus confusas justificaciones, dice que le tocó subir al Falcon 900 para evitar que la señora dejará el avión y provocara “una crisis diplomática”.

A Ábalos nadie le cree, solo Pedro Sánchez. Lo cierto es que mientras esto ocurría, el anuncio de la posible visita de Guaidó a España en medio de su gira internacional estaba en duda pues el mismo Sánchez no tenía intención de verse con el líder venezolano aunque hace un año lo reconoció como presidente encargado de Venezuela. Todo este desvarío de la política exterior española se le debe al asesoramiento de José Luis Rodríguez Zapatero, avezado defensor de Maduro, y a su gran amiga Delcy Rodríguez, la mujer de la escotilla, esa que intentaba bajarse del avión con su falta de decoro y dignidad.

Si bien Ábalos cometió el error de reunirse con Delcy, esta se llevó la vergüenza de no ser reconocida ni valorada al no poder descender del avión que la trasladó aún sin un objetivo confirmado a Madrid. Aunque unos pocos políticos españoles sigan relacionándose con la élite chavista mientras en los medios dicen oponerse a la tiranía, la mayoría de los españoles sienten asco por los que han destruido a Venezuela y pretenden hacer lo mismo con su patria.

Ante la realidad perturbable, la mujer de la escotilla se quedó sola, aislada como lo está el régimen de Maduro, con amigos que miran a hurtadillas para notar quien los vigila al momento de darle la mano ensangrentada a los sátrapas del chavismo que gozan de las riquezas saqueadas a un país que hoy ve a sus niños morir calcinados en los cañaverales ante la carencia de alimentos en sus hogares que los obligan a exponer sus vidas. La mujer de la escotilla se quedó sola como su jefe en una marcada diferencia con Juan Guaidó quien ha sido recibido por las principales democracias de Europa y por los venezolanos que en él ven la esperanza del regreso de la libertad y la democracia a Venezuela y, por ende, la suya propia a la tierra que los vio nacer y partir un día en busca de oportunidades.


Por: Carlos Guerrero Yamarte - @SrVenezolano